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viernes, 12 de septiembre de 2008

LOS GESTOS DE UN IDOLO



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José Tomás salió con prisa del hotel hacia la plaza, aunque a su vuelta, y trasuna tarde discreta, atendió a su fieles


Bajo la lluvia y tres cuartos de hora antes de comenzar la corrida de toros, José Tomás, acompañado de su cuadrilla, sale del hotel rumbo a la plaza de toros. Su rostro refleja máxima concentración y esboza una mínima sonrisa. En la puerta del NH Ciudad de Valladolid le esperan varios aficionados a los que apenas se para a saludar. Uno de ellos, Zósimo Sánchez Cea comenta que le hubiera gustado verle torear en directo pero que, ante la falta de entradas, el precio de la reventa era muy elevado. María Ángeles Martín también se ha acercado a ver de cerca al de Galapagar. «Es un torero que va a hacer historia», comenta.
Por su parte, Javier Arranz, un joven aficionado local intenta que el diestro le estampe un autógrafo en un libro que recoge su biografía. «Es muy valiente delante del toro, arriesga mucho; es lo que el público va buscando», señala antes de que José Tomás le indique que le firmará el ejemplar a su vuelta, tras su actuación en el coso de Zorrilla, hacia donde ya se dirige montado en la furgoneta.
las cinco y media cuando, ante una gran multitud, el vehículo en el que va el matador se adentra en el patio de caballos. Una hora más tarde comienza a lidiar a su primer astado. En las inmediaciones de la plaza, el gentío se empieza a agolpar en torno a la puerta grande, conscientes de que el torero, convertido en mito, puede cruzarla ante el delirio generalizado. Pero José Tomás no ha tenido una buena tarde y sólo Perera sale a hombros ante el chasco de la multitud. A su llegada al hotel, a las 20.40 horas, la seriedad es el rasgo predominante en el semblante del diestro. A pesar de todo, tiene el detalle de atender al único aficionado que le espera -sí, el del libro- con el que se hace una foto.