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martes, 28 de abril de 2009

José Tomás versus Ponce

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«Existe fecha para el mano a mano entre Enrique Ponce y José Tomás en Nimes, será el miércoles 16 de septiembre. El principio de acuerdo entre los apoderados de ambos matadores es firme. Este acontecimiento va por muy buen camino, aunque todavía faltan muchos pasos por dar». Con estas palabras se expresó ayer por la tarde el empresario Simón Casas a este periódico.
De concretarse definitivamente las negociaciones, el mano a mano entre Enrique Ponce y José Tomás conformará el cartel inaugural de la próxima feria de La Vendimia de Nimes. Respecto del ganado a lidiarse en el citado festejo, Casas explicó que «los toros pertenecerán a una ganadería puntera y del gusto de los toreros. Incluso podrían lidiarse astados de varias divisas, aunque por el momento no hay nada cerrado».
La última ocasión en la que Enrique Ponce y José Tomás compartieron paseíllo -completó terna Francisco José Palazón- data del 21 de junio de 2007, fecha en la que participaron en el séptimo festejo de la feria de Hogueras de Alicante. El desrrazado comportamiento de los toros de Garcigrande, de pobre presentación, limitaron a sendas ovaciones con saludos las actuaciones de ambos matadores.
Polémica
Apenas transcurridos cuatro meses desde que se alternaran en Alicante, José Tomás realizó unas declaraciones a los servicios informativos mexicanos de Televisa, en las que el diestro de Galapagar, al ser cuestionado por las diferencias existentes entre él y Enrique Ponce, afirmó que «Ponce entiende el toreo como que hay que arriesgar lo menos posible, que no hay que pasar determinadas líneas. Y yo no lo entiendo así. Partiendo de esta base se explica que entendamos el toreo de forma muy diferente». La polémica suscitada por las palabras de José Tomás no tardó en fragmentar el planeta del toro. Los furibundos partidarios de uno y otro torero se enmarañaron en una vacua trifulca dialéctica, en un frívolo «o conmigo o contra mí».
El paso del tiempo aplacó la disputa, si bien el 23 de febrero de la presente temporada, Eduardo Canorea, empresario de la Maestranza de Sevilla, al justificar la ausencia de José Tomás de la tradicional corrida del Domingo de Resurrección, desveló que «a José Tomás le ofrecimos dicho festejo antes que a nadie. Su apoderado nos pidió un torero por delante. Nosotros éramos conscientes de sus condiciones, pero los toreros que generalmente pide José Tomás no son para torear un día tan significativo en la Maestranza. Dijimos que el único posible era Enrique Ponce y no hubo más comentarios». Nuevamente, los partidarios de ambos toreros se lanzaron a las trincheras informativas.
El último capítulo de los desencuentros Enrique Ponce y José Tomás surgió el pasado 3 de abril, cuando el empresario de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, José Antonio Martínez Uranga, confirmó oficialmente la ausencia de ambos toreros de las ferias de San Isidro y del Aniversario. El destino quiso unir a los apoderados de ambos toreros, que, rápidamente, se adelantaron a desmentir las razones esgrimidas por el máximo responsable de la empresa Taurodelta.

Macías, a hombros en la segunda de feria; José Tomás, inconmesurable

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La fiesta vive! José Tomás le da aire y la hace grande, entrega el cuerpo al destino y su alma torea delante de 15 mil espectadores a dos toros que no tenían para hacer ni la “o” por lo redondo, parecería magia, pero no, ni hablamos del hechicero del nuevo siglo en el toreo, se trata de la figura más importante del mundo, quien desdeña torear en Madrid y Sevilla, quien firma la tarde grande de San Marcos y a quien no había que perderse en esta feria.

Y quién dijo que Arturo Macías no sabe torear se tragó sus palabras, la Monumental fue testigo que no solamente sonríe y se arrodilla, también corre la mano suave, largo y por abajo, las dos manos y no únicamente con derechazos y naturales. Un gallo giro llegó hasta el ruedo desde sol general con un mensaje que decía “Arturo Macías, la nueva figura de México”. Al final dos orejas con sabor a gloria le dieron la primera salida a hombros en su tierra.

Pero vamos por partes, el primer espada, Eulalio López “El Zotoluco” lo intentó y ante el primero de la tarde que brindó al respetable, lo fue llevando por la derecha y aunque lo puso en un par de ocasiones en apuros, salió avante ante el astado, que comenzó a dar medias embestidas y luego a quedarse parado, mató de estocada caída. Con el cuarto de la tarde no quería dejarse ganar la pelea y se arrodilló para recibir en tablas con dos largas cambiadas; ya con la muleta refrendó el sitio poniéndose ante el manso de Teófilo Gómez, que poco le permitía, pero al que le insistió y exprimió los pases que tenía, se entregó en la suerte suprema y logró pasaportar para cortar un apéndice.

José Tomás con capote en el segundo de la tarde obsequió verónicas a pies juntos y chicuelitas en el quite, luego de brindar a los presentes armó la muleta en diestra mano y comenzó a ligar pases, luego se comenzó a rajar el toro, pero la sapiencia del hombre fue mayor que la de la bestia, y lo fue metiendo y no sólo al astado, también a la gente que no perdía detalle de la maestría del de Galapagar, para cerrar la faena ciñó manoletinas a la faja y tras un pinchazo dejó tres cuartas partes del acero para recibir la merecida oreja. Con el quinto del festejo dio nota también con el capote, de inicio verónicas de las tablas a los medios y tapatías para llevarlo a la vara; ya con la franela intentó por todos lados con el destartalado manso al que se le puso y sobrepuso destapando los olés desde el tendido, ayudados por alto para culminar, y la espada le impidió llevarse, por lo menos, una oreja más.

El más novel del cartel, Arturo Macías, demostró que los triunfos en la México no fueron obra de la casualidad, ni de una buena, dos o tres tardes, sino de una preparación física y mental a pulso, de una continuidad en la cara de los animales y sobre todo de ese gran deseo de ser figura: lo demostró. Con su primero, el que se había enlotado en el sorteo al momento de salir de toriles, se estrelló de espantosa forma en el burladero de matadores y cayó fulminado, debió ser apuntillado y entonces salió el primer reserva, al que lanceó a la verónica y se dio un arrimón en el quite por gaoneras; en el centro del ruedo brindó al público y ahí mismo realizó dos cambiados por la espalda, luego derechazos y olés y más olés; lo mismo con la zurda, corrió la mano y pegó dosantinas que pusieron de pie a los tendidos; encontró los blandos al segundo viaje y se llevó las dos orejas, mientras los despojos del toro eran arrastrados lentamente por el ruedo. Con el que cerró plaza sorprendió su forma de iniciar el trasteo muleteril, ya que se recargó con un desenfado especial que no se sabía si quería que le pasaran al toro o qué, pero ahí junto al burladero de matadores dio tres muletazos por alto como si estuviese toreando al viento, luego todo se fue a la borda con el toro, que se rajó por completo, pero el ansia de triunfo de Arturo fue mayor y se puso enfrente para robarle, incluso a patadas, los pases; tremenda voluntad puso; dejó tres cuartos de acero y pego dos golpes de descabello para aniquilar al burel.