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miércoles, 2 de diciembre de 2009

José Tomás, el conquistador

www.cope.es


Por Miguel Aranguren

Siento la mala imagen que los próceres libertadores dejaron de los españoles en América. Llevamos la civilización, la sabiduría y la fe, pero quienes se enfrentaron al reino de la madre patria inventaron una patraña de abusos que caló en el pueblo y hasta en los himnos de las nuevas naciones hermanas. Desde entonces, los españoles no son mirados con buenos ojos, salvo algunos elegidos. El último, José Tomás, que el pasado domingo llenó el embudo de Insurgentes, la plaza de El Torero, la Monumental mejicana, la misma que se rindió a otros matadores mesetarios, especialmente a Manolete, “El Monstruo” cordobés que enloqueció la capital de México en un lejano diciembre, así como a Paco Camino, al Niño de la Capea, al Joselito contemporáneo y a Enrique Ponce, el último consentido.

Casi 40.000 gargantas charras corearon el nombre de José Tomás en un mano a mano con un cuate. Hasta el momento ha sido el único espectáculo que ha logrado reventar los graderíos en la Temporada Grande capitalina. Y aunque los bravos reseñados no facilitaron el espectáculo, Tomás se desquitó con una oreja embutido en un terno de dibujos aztecas. Así que mientras en Cataluña los próceres se piensan si prohíben el arte de Cúchares en un abuso de autoridad, México descubre en los toreros de este lado del océano el rostro amable de aquella España de la que todos ellos proceden.