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miércoles, 27 de mayo de 2009

José Tomás torea al cielo y Moreno se reivindica en Córdoba

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Se dispuso José Tomás a brindar a su primer toro al público cuando, montera en mano, miró al cielo. Pasó casi inadvertido, pero era su pequeño homenaje a la persona a la que le debe casi todo. A su abuelo Celestino. Aquel que le enseñó a amar el toreo y que hizo que sustituyera la camiseta de fútbol - la del Atlético de Madrid, por supuesto - por el capote y la muleta.

Por eso Celestino, allá donde esté, tendrá que estar orgulloso por la dimensión que su nieto ha dado en Córdoba. Porque sin llegar a la rotundidad de otras tardes cosechadas este año - lo de Valencia y Jerez aún permanece en la retina - José Tomás sí que ha dado muestra de su gran concepto del toreo y de su poderosa tauromaquia.

En el marcador, empató a orejas con José Luis Moreno, que no se quiso nunca ganar la pelea. Y todo con una corrida de Las Ramblas desigual de hechuras y casi perfecta para hacer lo que se ha venido a (mal) denominar el toreo moderno. Toros boyantes pero faltos de casta. ‘Que se dejan', dicen algunos. Pero lejos de lo que es un toro bravo.

Con ellos, José Tomás dio una buena versión con el quinto, ancho de sienes y de feas hechuras, al que recibió muy templado a la verónica a pies juntos. Lo cuidó el madrileño en el caballo, con dos picotazos, para volver a torear a la verónica. Y Moreno le replicó, con unas ceñidas gaoneras de mucha exposición.

Tras un templado comienzo de faena en el tercio, José Tomás se fue rápidamente a los medios. Para dar distancia al toro, que perdió las manos en cuanto le bajó mínimamente la muleta. Por eso fue fundamental el toreo a media altura, cuidándole y dosificándole. Pulseando mucho la embestida y haciendo todo a favor del de Las Ramblas, que aunque acudía al cite con mucha prontitud no terminaba de entregarse bajo la muleta del madrileño.

A partir de ese momento, la faena cogió vuelo. Al natural. En otras dos series de mayor acople y profundidad, bajando algo más la tela. Poquito a poco, que las cosas cuando se hacen despacio y bien saben mejor. Siempre en los medios de la plaza. Logrando una serie de mucha calidad, con un natural marca de la casa, sacando todo lo bueno que tenía el toro, que en manos de José Tomás terminó pareciendo mejor de lo que era.

El final de faena tuvo mucha más emoción, con el toro buscando tablas y él dándole el pecho. Y brillando por circulares rematados con un extraordinario cambio de mano, amén de los ayudados por alto y trincherazos. La estocada cayó desprendida, pero las dos orejas se pidieron con mucha fuerza.

La otra oreja la cortó del segundo, al que ya había recibido muy bien a la verónica, combinadas con chicuelinas. Tras ese brindis al cielo, arrancó por estatuarios. Con la muleta flambeando por el viento y sin inmutarse. El de Las Ramblas iba y venía, pero ‘cogido con alfileres'. Sin entregarse. Lo mejor volvió a llegar con la zurda, dando distancia al toro y toreando muy templado. Gustaron, y mucho, los naturales a pies juntos, así como el final en el terreno de tablas, pasándose los cuernos muy cerca, al igual que las manoletinas. Cortó una oreja tras una estocada algo defectuosa.

José Luis Moreno tampoco quiso quedarse atrás y no pareció notar la presión de la corrida. Por eso no perdonó ni un quite, por tafalleras, verónicas y chicuelinas y con la muleta fue todo entrega y disposición. Con dos toros muy diferentes. Su primero, un toro mansito que se lo pensaba y tardeaba. Pero que no embestía con mal son. Tardó en cogerle el pulso pero cuando lo hizo y se acopló... se gustó. Insistiendo y no aburriéndose. Buscándole las vueltas. Brilló, sobre todo, en una tanda de naturales de bello trazo.

El sexto fue diferente. Con mucha más transmisión y con más complicaciones, especialmente por el izquierdo y algo más de raza. Y Moreno le echó garra y fibra, plantándole cara hasta que consiguió ganarle la pelea. Aprovechando su oportunidad.

Menos convincente resultó Finito de Córdoba. Porque aunque toreó muy bien a la verónica a sus dos toros, aburrió con un trasteo largo con el deslucido primero y no terminó de acoplarse con el manejable cuarto. Los naturales fueron tan estéticos como ligeros. Una vez más, Finito no fue profeta en su tierra.

José Tomás y José Luis Moreno abren la puerta grande en Córdoba


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José Tomás llenó la plaza y cortó tres orejas, aunque no fue de sus tardes más redondas. Su personalidad quedó siempre de manifiesto y su valor apareció en dos faenas ya cuando ambos trasteos estaban en sus postrimerías.

El diestro de Galapagar realizó una faena de menos a más en el segundo, un toro rajado y con el que brilló más en los muletazos finales cerca de las tablas.

Mejoró en el quinto, aunque fue un toro de Las Ramblas excelente. La faena pecó de falta de continuidad, de poca unidad, aunque finalmente rompió la plaza en una tanda enorme con la izquierda. Su personalidad y el influjo que ejerce sobre los públicos fueron decisivos para cortar tres orejas.

Le replicó con contundencia José Luis Moreno, que con el tercero hizo la faena más rematada de la tarde, sobre todo porque aunó su buen estilo con una clara inteligencia para situarse en el sitio y cuajar una faena de emotividad muy alta. El sexto le puso en aprietos pero de nuevo estuvo valiente y torero.

Finito toreó bien con el capote pero no estuvo inspirado ni en el flojo primero ni en un buen cuarto al que no logró hacerle la faena posible.



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Con lleno de 'no hay billetes', se jugaron toros de Las Ramblas, desiguales, nobles y manejables.

Finito de Córdoba, palmas tras aviso y ovación con saludos.

José Tomás, oreja y dos orejas.

José Luis Moreno, dos orejas y oreja.