BUSQUEDAS TAURINAS

Búsqueda personalizada

jueves, 1 de mayo de 2008

JOSÉ TOMÁS: AGUASCALIENTES

JOSÉ TOMÁS CONVULSIONA AGUASCALIENTES


Crónica de ABC.

El ole más rotundo que pueda haber es el de los sombreros cayendo enardecidos a los pies de un torero. Durante la gloriosa tarde de José Tomás, la arena se pobló de ellos. Caían con una especie de suave planeo de gran clamor mientras el alto quinto embestía con sorda brutalidad. J.T. había acongojado con un quite por gaoneras de verdadera incertidumbre; la fea bestia se arrancaba cegada de mansedumbre dispuesta a arrollar con todo lo que se interpusiese en su camino. Pero inexplicablemente pasaba por las espinillas y los alamares como un tren desbocado dispuesto a descarrilar. José Tomás lo buscaba con la idea fija de que no escapara. Y no escapó.
Como comentaba el maestro Manolo Espinosa, incluso en momentos lo hizo embestir bien, con la mano izquierda templándose con una embestida tan destemplada. Fue cumbre la serie. Podido o rendido, el toro no quería más, y cuando lo hacía era a golpes. El terreno transgredido por José Tomás, prohibitivo para los corazones débiles, vedado para la mayoría, se transformaba en un ronco eco de admiración que trepaba por la verticalidad vertiginosa de la Monumental como un rugido de embudo. Entre los pitones, el péndulo dibujaba un tic-tac de viejo reloj de pared, para finalmente liberar el empellón por la espalda, que dibujaba un arco de firme anclaje. No fue poco el tiempo que el matador de Galapagar respiró en la cara cortando las respiraciones. Las manoletinas trágicas de rigor, pase menor convertido en suerte mayor de su mano, y una media estocada y un descabello terminaron de arrancar la oreja, paseada en loor de multitudes: no cabía un alma ni en la cresta de la plaza.
Otra había cortado por derecho, y si no descabella pudieron ser dos, de un toro con mejores hechuras, muy descolgado y noble, especialmente por el pitón derecho, como ya se definió de salida en el capote de José Tomás, que lo paró a pies juntos jugando las muñecas. Mejor que todos los ceñidos quites que en estas dos temporadas se le hayan visto por gaoneras fue el que interpretó aquí por caleserinas (es Aguascalientes la tierra del Calesero), muy enfrontilado en las últimas, rematadas con una revolera de amplio vuelo. Estatuarios de planta hundida en la arena playera del redondel, con la muleta dispuesta y presentada luego y enseguida con la izquierda. Surgió el toreo en la segunda serie y se sublimó en dos tandas de redondos soberbios, que hubiera firmado igual en el trienio cabal del 97/98/99. Un cambio de mano a cámara lenta provocó la convulsión de un cartel de toros de Llopis. Un matiz: no entendí bien por qué si a derechas el toro humillaba mucho más José Tomás se encabezonó por la izquierda (y acarreó algún enganchón) en la última parte de la faena. Muletazos a favor de querencia fueron versos sueltos de maravillosa ejecución: en verdad os digo que si en la Barcelona del 20 de abril no salió engrasado, en Aguascalientes exhibió toda su dimensión.
Se le vio feliz y relajado, y un detalle llamó poderosamente la atención después en el hotel de los toreros: la accesibilidad con la gente, los abrazos a ganaderos y amigos, los autógrafos, las fotografías con los admiradores que se arremolinaban. Un mexicano sagaz puso la guinda: «Pues si está más simpático que Castella...» Se coreó con carcajadas la ocurrencia.
La corrida acabó ahí. Zotoluco y Víctor Mora no dijeron nada, y eso que Mora, que sustituía a Joselito Adame, enfermo e ingresado, tuvo en el buen sexto de la desigual corrida de Teófilo Gómez una clarísima oportunidad.