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domingo, 21 de septiembre de 2008

José Tomás indulta a su segundo toro y pone en pie a la Monumental


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Como un ciprés cementerial por su estatismo en la arena, enjuto de carnes, con la cintura de Sara Baras, la música de Vicente Amigo en las telas y la inspiración creadora de Mozart en las neuronas, José Tomás ha indultado esta tarde al quinto toro, Idílico, tras una faena que ha orgasmado metafóricamente a los 18.000 espectadores que han tenido la fortuna de acudir hoy a la Monumental.

Histórico cierre de la temporada gracias a este hombre superdotado para la estética taurina que hoy ha podido desarrollar en toda su deslumbrante belleza gracias a la noble bravura de la res de Núñez del Cuvillo, nacido en enero de 2004, errado con el número 120 y de 550 kilos de peso.

José Tomás esculpió a ese bicorne con igual delectación que Miguel Ángel con el David. Construyó una obra de arte evanescente y rompedora, liberadora de tensiones y propiciadora de sueños y agitaciones. Toreó con el cuerpo y con la quietud helada que no se puede describir en las páginas urgentes de un diario, con ricura, estrechez y compás, engarzando capotazos y muletazos sin fin en tandas semejantes a un concierto de música sinfónica.

Tauromaquia distinta

La tauromaquia de Tomás es distinta porque él es diferente hasta en su complexión, con extremidades marmóreas para asentarse sobre las arenas. Tales condiciones innatas se multiplican cuando se enfrenta a un oponente como Idílico y producen esa catarsis colectiva de entusiasmo popular improvisado. La tauromaquia no es teatro, aquí todo se improvisa en tiempo real. Y el gran actor se llama José Tomás.

La plaza puesta en pie clamaba "¡Torero, torero!" mientras el espada dirigía su sinfonía. En pleno éxtasis, sonó un aviso y el público reclamó el indulto que refrendó el matador. El presidente ordenó el segundo aviso, incapaz de entender que el arte no sabe de reglamentos. Tanta sensibilidad en el taurobolio y el público y tan poca en el palco.

Y para corolario, Tomás se llevó al toro hasta la boca del toril por donde el astado se adentró en los corrales tras salvar su vida por su bravura. Faena de corte tomasista al segundo, en exceso pastueño. José Tomás cortó su segundo rabo en Barcelona y tres orejas en una corrida inolvidable.

El maestro Esplá, con un lote áspero, derrochó profesionalidad en los tres tercios y se lució con los rehiletes con la misma facilidad que en 1975 cuando debutó en Barcelona. Ovacionado en su lote. Serafín Marín, que sustituyó a Cayetano, enfermo, voluntarioso y entregado en su lote aunque por debajo de sus posibilidades. Ovación y oreja.

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