Otro año más ha sido el torero que ha despertado una ola de expectación allá donde se ha vestido de luces

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José Tomás ha devuelto a la Fiesta la máxima expectación.
P. C.

Gracias a él, la intelectualidad ha vuelto a los tendidos y cuando llegan sus grandes citas, la gente habla apasionadamente de sus corridas. Porque el de Galapagar ha traído una esencia de aire fresco al toreo y, sobre todo, el verdadero drama de una Fiesta en la que un hombre se juega la vida sin trampa ni cartón.

Otra de las cosas positivas de José Tomás es la pasión con la que se habla de él en los ambientes taurinos. A favor y en contra, el torero de Galapagar ha sido protagonista de las más aceradas polémicas, sobre todo hasta que llegó su primera tarde de Madrid. Porque ese día, José Tomás puso de acuerdo a todo el mundo con su verdad y la pureza de su ejecución.

Luego hubo otras tardes de mucho interés, como la de Salamanca en la que se vio al mejor José Tomás, el de la pureza, el que torea con tanta entrega y verdad. O también la que cerró su temporada en la Monumental de Barcelona, en la que mostró sus exquisiteces e hizo que Barcelona viviera, taurinamente, un día histórico.

Sin embargo, la proliferación de percances sufridos hizo que muchos de sus seguidores (que no aficionados) acudieran a la plaza predispuestos a presenciar un percance, a ver correr la sangre del torero que escribía la leyenda tan grande.

Sin embargo, lo cierto es que José Tomás ha crecido y, esta temporada, ha puesto a mucha más gente de acuerdo que las precedentes. También porque ha subido el toro. Ahora estoquea un tipo de toro con más hechuras, más cornamenta que en la temporada de su reaparición, para lo que ha tenido mucho que ver su representante, el salmantino Joaquín Ramos.

Ahora, a José Tomás le espera una temporada semejante a la actual, pero le van a exigir que si quiere seguir siendo el número uno se enfrente a algunos de sus compañeros como El Juli o Perera.

Hasta ahora se lo habían aguantado y el de Galapagar pudo hacer la guerra por su cuenta. Pero a partir de esta temporada, el mismo público que lo aupó a lo más alto le va a exigir responsabilidad. Y él debe aceptarla para seguir siendo el rey de los toreros. Porque tiene sobradas condiciones para ello.