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lunes, 19 de enero de 2009

Avance México: Grandes faenas de José Tomás y Arturo Macías, hasta ahora

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El diestro mexicano Octavio García 'El Payo' ha confirmado su alternativa en la Plaza México de manos de José Tomás y en presencia de su compatriota Arturo Macías con un toro muy noble, aunque justo de fuerza (también de presencia) y a menos de la ganadería de Teófilo Gómez en una tarde donde la plaza ha registrado dos tercios de entrada, acabando el papel en el tendido numerado.

El Payo ha dejado una grata impresión en ese animal de la ceremonia, aprovechando la boyantía, suavidad y clase del toro sobre todo en los dos primeros tercios y mitad de faena de muleta para cuajar, además de un despacioso quite por gaoneras, una faena con la virtud principal del temple que intercaló pasajes de buen toreo llegando los olés al tendido.

Sin embargo, al tiempo que el toro perdía fuelle y tranco, también lo hizo la faena del torero de Querétaro que se afanó y alargó en demasía el trasteo. Con la espada no lo vio claro y todo se enfrió.

José Tomás sorteó un segundo toro, Moralejo de nombre, que no fue tan claro como el de la confirmación de El Payo. Quitó Tomás por ajustadas chicuelinas a las que respondió Macías con un gran y estático quite por gaoneras. La faena de muleta la inició el de Galapagar con una serie de pases por alto sin enmendarse que volvieron a arrancar los olés entre el público mexicano.

El toro, sin clase ni fuerza ni tampoco vocación de embestir, obligó al madrileño a pisarle sus terrenos para conseguir así extraer los muletazos que no pudieron salir limpios tampocos. Aguantó alguna colada, en un trasteo donde el torero trató de abundar en los remates ya que tampoco el animal de Teófilo permitió nunca el toreo fundamental.

Faena esforzada y expuesta de José Tomás que abrochó por manoletinas en las que acortó distancias hasta el punto de echarse casi encima del toro y resultar volteado. Por fortuna, no caló en el cuerpo del torero, que continuó instrumentando manoletinas seguidas con mucha más emoción que las anteriores por parte del público y rematada con una estocada que hizo guardia. Pese a ello, le fue concedida la oreja por su sincera actuación.

El cuarto no pareció mejor, al menos de primeras, que el anterior. Un animal que se tragaba el primer muletazo pero que protestaba, medía y al que le costaba culminar las series. José Tomás, de nuevo con las premisas de un valor sincero y sereno, fue poco a poco metiéndose con el toro llegando a ser volteado de nuevo, también sin consecuencias.

A partir de ahí, ganó la partida al toro Tomás y la faena subió y subió sobre la mano derecha en series de gran toreo por ese pitón con el toro cada vez más entregado a la superioridad del de Galapagar.

Series intensas, coreadas con rotundos olés, se sucedían conduciendo Tomás la embestida y cuajando muletazos de gran temple, belleza, ritmo y hondura. Con el triunfo en la mano, José Tomás dejó una casi entera trasera que fue suficiente. Oreja, que pareció corto premio, y Puerta Grande para José Tomás.

Arturo Macías se las vio con un tercer toro, de nombre Mi querido amigo, al que fue haciendo hasta cuajarle una espectacular serie al natural, enganchando suavemente al toro y tirando de él en templados y plásticos muletazos que provocaron el delirio apareciendo los sombreros en el ruedo.

A partir de ahí, ya de mitad de faena hacia delante, siguió insitiendo Macías en la mano izquierda cerrando cada vez más al toro y logrando buenos muletazos que mantuvieron la intensidad de una faena de menos a más donde logró torear casi a cámara lenta.

Cambió a final de faena al derecho en otra gran serie, de lo mejor del festejo. Concluyó por bernadinas ajustadísimas que pusieron a la plaza de pie levantando un auténtico alboroto. Gran faena de Macías, no rubricada con la espada donde pinchó dos veces antes de dejar la estocada

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