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lunes, 16 de marzo de 2009

José Tomás da una gran tarde de toros con una buena y variada corrida de Cuvillo


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El madrileño José Tomás ha cortado dos orejas, una a cada ejemplar de su lote, y salido a hombros en el noveno festejo de las Fallas, tras protagonizar dos faenas de gran calado a ejemplares de Núñez del Cuvillo de distinta condición con el denominador común de un toreo de muchos kilates, gran verdad en el planteamiento y brillante ejecución.

El primer toro de su lote, que hizo cosas muy buenas desde que salió al ruedo, fue devuelto a los corrales por flojo. Corrió turno y salió el quinto, un ejemplar importante, alegre, con movilidad, clase y son, hermano de Idílico, el toro indultado en Barcelona. José Tomás lo entendió a la perfección. Entregado desde el inicio de capa, la faena arrancó en los medios con varios estatuarios de mucha quietud.

Después la faena llegó a un nivel muy alto en series por ambas manos, las primeras con el toro más en línea, alargando el viaje y encelándolo; y las posteriores al natural de toreo grande, ligado, hundiendo los riñones, echando los vuelos y jugando la cintura. Un pinchazo y una estocada precedieron al corte de una oreja, que debieron ser dos.


El quinto, sobrero, fue un ejemplar también con importancia. Más exigente, con movilidad. Bien de capote, José Tomás brindó la faena a Paco Camino y comenzó entonces una labor de menos a más, que tuvo un comienzo intenso con los cambios de mano y cerró con manoletinas de frente que arrancaron fortísimas ovaciones.

Entre medias, una labor de hacer al toro, fijándolo y dándole sitio y tiempo, llevándolo sueave en los primeros compases para terminar obligándolo al natural, desengañándole y limándole todas las aristas. Toreo grande de verdad. Con entrega y temple, llegaron entonces series de alta nota de toreo al natural. Como en el toro anterior, pinchó antes de recetar una importante estocada, por lo que sólo paseó una oreja.

Sebastián Castella llegó mucho a los tendidos con el tercero, un ejemplar con clase pero bajo de raza, con el que protagonizó una faena de menos a más, algo frío en el toreo fundamental y explosivo en el toreo de cercanías final, que condensó un ramillete de circulares, penduleos y ochos. Sin embargo, el fallo a espadas (una estocada baja que provocó vómito) le impidió pasear la oreja.

Sí que la cortó del sexto, un ejemplar manejable al que le faltó humillar pero que tuvo transmisión, y con el que Castella volvió a calentar en el toreo de cercanías. Abrió faena con un péndulo y un bello cambio de mano y terminó haciendo rugir los tendidos con péndulos, circulares y ochos entre los pitones del de Cuvillo.

Javier Conde sorteó un primer ejemplar noble, bueno y suave aunque flojo, con el que el malagueño anduvo demasiado ligero una labor larga pero periférica, que no terminó de conectar con los tendidos. El cuarto fue un ejemplar exigente y con más poder que el otro con el que Javier Conde trió por la calle de enmedio, macheteó y dio un sainete con la espada.

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